Egipto, a pesar de
las hordas de turistas que recibe cada año, sigue cautivando a los viajeros más
experimentados, y es que sus magníficos templos y tumbas protegidos por el
clima del desierto ha hecho que podamos hacernos una idea de la magnificencia
de su arquitectura y de lo que llegó a ser en un pasado. Es una de las mejoras
formas de hacer un viaje atrás en el tiempo y dejarse maravillar por una de las
civilizaciones más importantes de la Antigüedad.
Hoy en día viajar a
Egipto parece que consiste en hacer el tradicional crucero por el Nilo que
proponen las agencias de turismo. Nosotros proponemos salir del recorrido
habitual y visitar otros enclaves que a pesar de su importancia y valor,
inexplicablemente a penas se visitan, dos ejemplos de ellos son El Templo de Sety I en Abydos, y El Templo de
Dendera.
Por cronología histórica
parece más respetuoso comenzar con el primero. El templo de Sety I,
popularmente conocido como el templo de Abydos, fue construidos por Sety I en
honor a Osiris, ya que el lugar donde se enclava era un antiguo lugar de peregrinación
por la creencia de tratarse del lugar de nacimiento
del dios Osiris. La importancia de este templo radica en los magníficos
relieves que encontramos en sus paredes, inigualables a cualquier otro templo
de Egipto. En ellos encontramos escenas que muestran al faraón Sety I junto con
su hijo, el que luego sería Ramses II. Se trata de un templo que conserva gran
parte de su apariencia inicial y muchos de sus relieves mantienen su policromía
original, por lo que el grado de conservación es espectacular. En ellos
encontramos preciosas imágenes que muestran a los dioses junto con Sety I,
constituyendo en su conjunto un importantísimo documento religioso e histórico.
El otro gran lugar
que proponemos visitar es el Templo de Dendera, dedicado a la Diosa Hator, se trata de un
templo greco-romano, por tanto posterior al de Sety I, pero enormemente sorprendente
ya que ha llegado en muy buen estado de conservación hasta nuestro días, gracias a que se mantuvo
sepultado bajo las arenas del desierto.
Cuando se cruza el
dintel de la puerta que conduce a su interior, el visitante queda impresionado
por la espectacularidad de su estructura y decoración, un bosque de altas
columnas coronadas con la efigie de la diosa Hator son las encargadas de
recibir a los viajeros. Se trata de un templo de gran singularidad ya que
además de contar con todas sus paredes cubiertas de relieves, estás muestran
escenas zodiacales en preciosos tonos azules.
En su interior, se tiene la sensación
de estar viendo por un agujero el antiguo Egipto y de regresar a él. Además en
sus paredes podemos ver representada a Cleopatra junto a su hijo Cesarión, y
las famosas bombillas de Dendera, relieves que muestra lo que hoy en día nos
recuerdan a las bombillas tradicionales y
que llenan cientos de páginas en los medios pseudocientíficos.
En definitiva os hablamos de dos lugares dignos de visitar por meritos propios y que gracias al espíritu de Esfera Viajera os diseñaríamos visitas a medida junto con un guía especializado, permitiendo así conocer realmente la civilización egipcia.
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