Tras los últimos concejos en los que el Cuaderno de Viajes no se
ha detenido en ningún punto concreto, sino que trataba de recorrer diferentes
partes del mundo, en esta ocasión se ha querido acercar al maravilloso valle de Katmandú. Y es que, aparte de
ser uno de lo viajes realizados en este 2013, es uno de los que recuerdo con
mayor encanto, tranquilidad y bienestar de los últimos meses. Recorrer sus
caóticas calles, pasar un poco de frio proveniente de la plataforma tibetana y
acudir a los sitios más espirituales que he visitado, me invitan a compartir de
una manera un tanto superficial esta gran experiencia viajera tan profunda.
La llegada se hace a través de su aeropuerto Internacional.
Un terrible aeropuerto de ladrillo visto infra-equipado que obliga a los
aviones a dar vueltas y vueltas sobre un mismo eje dentro del valle para aterrizar
y para despegar debido a la increíble altura que tiene las montañas de la
cordillera tibetana que rodean la ciudad… este fue el único maltrago del viaje.
Hay que comprender, que Kathamandú es el nombre de la ciudad
actual, pero hace siglos, era un conjunto de ciudades con sus reinos, reyes,
nobles, ejércitos y sus propias plazas del palacio correspondientes (Plaza
Durbar), así trataremos de recorrer Thamel, Patan y Bhaktapur, el templo hinduista
mas importante del país en Pashupatinath y las estupas más famosas del Budismo
en Swayambhunath y Bodnath.
Ya hemos mencionado en líneas anteriores las increíbles
plazas Durbar de las distintas ciudades originales que forman hoy en día
Kathmandú. Nada como pasear por las calles que forman las plazas y entrar por
sus edificios y poder rematar esas experiencias con una comida o cena desde uno
de los áticos de los muchísimos restaurantes que están situados en las alturas
de los edificios circundantes. Una autentica oportunidad para disfrutar de la
comida Nepalí y Tibetana al a vez que se disfruta de unas de las vistas más
increíbles, con el Himalaya al fondo de la ciudad. Las entradas a las plazas
Durbar se hacen con ticket de pago, pero si se va a pasar varios días en alguna
de ellas, es posible conseguir un pase de varias jornadas de duración si se acude
a la oficina de turismo y se acredita la estancia en los hoteles.
Las imágenes de las plazas son tan impresionantes que es
difícil establecer una escala. Las cubiertas puntiagudas, los impresionantes
palacios con hermosas tallas de madera, edificios en piedra labrada de carácter
Hindú e impresionantes esculturas doradas de gran simbología y de los muchos
reyes que han gobernado estas ciudades convierten a las plazas en auténticos
museos al aire libre. La plaza Durbar de Thamel (la hoy conocida como de Katmandú)
es una plaza mas usada por los nepalíes, con mercados al aire libre, centros de
oración a los que acuden a diario y dejan sus ofrendas al pasar y con una nube
de palomas que lo dan un aire original y de propio uso. No se pueden obviar los
ascetas tan llamativos que pululan por las calles.
La plaza Durbar de Patan (Lalitpur) tiene un aire opulento, más
místico, mas dedicados a los Dioses y a la espiritualidad hindú, incluso a los
placeres divinos de la vida como el sexo… muestra de ello las tallas eróticas
de las cintas que sujetan las cubiertas de palacios y templos.
La plaza Durbar de Baktapur, la más señorial, la más
elegante, con grandes palacios, suelo de barro, impresionantes templos y magnificas
esculturas a tamaños increíbles.
Siguiendo con la cultura hindú, también recorremos su
principal centro en Nepal, el más visitado y cruzado por el río Bagmati. Se
denomina el templo de Pashupatinah, consagrado a Pashupati, encarnación
benéfica de Shiva (el destructor). La pega es que no se puede entrar dentro si
no eres Hindú, pero se pueden disfrutar de unas magnificas vistas de sus Gaths,
donde hacen ofrendas, procesiones y lo que es más importante para ellos, las
incineraciones para el paso a la siguiente vida. ¡LA RUEDA DE LA VIDA CONTINUA!
En la imagen se pueden comprobar cómo conviven en el
hinduismo las etapas de la vida. A la vez que se realizan procesiones de
ofrendas y de celebraciones, se realizan las incineraciones. Si bien en esta
imagen aparece un cadáver, nunca hemos reproducido una incineración, ya que se tiene
la creencia de que la cámara captaría el espíritu del difunto y se le impediría
el camino a la siguiente vida.
Una vez recorridos los palacios y el hinduismo de Kathmandú,
nos vamos a sumergir en el Budismo. Dos de los centros más importantes de esta
religión, que más que un credo, es una increíble filosofía de vida que aleja al
ser humano del sufrimiento con la iluminación. Dos estupas de las más
importantes del budismo se pueden visitar. La primera la llamada
SwayamBunath que domina la ciudad en una
colina y tiene una especial simbología gracias al complejo en el que está
edificada. Nuestra visita fue excepcional mientras los rezos del mantra Oh mani padme hum, se repetían sin
parar.
Y la más importante, la estupa de Bodhnath. La aldea en la
que se sitúa esta estupa alberga esta enorme y famosa construcción, a la que
viajeros acuden para pedir suerte. Hoy este gran relicario es visitado por los
tibetanos provenientes de peregrinación o por el exilio tras la ocupación china.
Se dice que alberga parte de los huesos de Buda Sakiamuni, y es uno de los
lugares más venerados por los budistas. Increíble la mirada de los ojos de buda
en los cuatro costados de la estupa dorada. Increíble la devoción de los monjes
durante los rezos, e impresionante la oportunidad y sorpresa que nos ofreció al
poder asistir a los rezos en directo.