Como os comentábamos en el anterior post estamos inmersos en
la preparación de un viaje para unas clientas a China, y aunque pensábamos
dedicar unas líneas al Templo del Cielo, hemos preferido reorientar el
comentario a la que puedo decir es nuestra ciudad preferida de China, Pingyao.
Una ciudad tremendamente cinematográfica, y que alberga la ciudad amurallada
mejor conservada de China. Los muros de ladrillo gris, las cubiertas tan típicas, los famosos farolillos rojos y
los patios llenos de pequeños árboles y plantas permanecen inalterables en el
tiempo.
Sus calles son polvorientas y adoquinadas a través de las
cuales se pueden visitar los edificios gubernamentales de la época, los templos
de diferentes tipos y las típicas mansiones de las familias nobles.
La impresionante muralla, las antiguas residencias de los
banqueros y aristócratas, las oficinas del gobierno del condado (xianyashu), el
templo confuciano y la torre de la ciudad completan los principales puntos de
interés de la ciudad.
Estando en esta vieja ciudad nos podemos sumergir en hoteles
que han conservado la estructura y los
salones de manera magistral, así como una gastronomía de calidad y alejada de
los grandes grupos hoteleros y por lo tanto de los turistas generales.
Sin embargo en una visita a Pingyao merece la pena visitar
tres puntos en sus alrededores.
El Templo Shaoling
(Shuanglin) que alberga una gran simbología pictórica y escultórica. Las estatuas
de dioses protectores de la entrada atemorizan al visitante no solo por su
gesto sino por la soledad de la visita, en la que solo conseguimos escuchar los
teléfonos móviles de los monjes saholing.
En el caso de la casa de la familia Wang es lo que en Europa llamaríamos un castillo. Compuesto por una estructura imponente y exagerada. Dispone de 123 patios y las salas en su mayoría carecen de mobiliario.
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