domingo, 20 de diciembre de 2015

BAVIERA EN NAVIDAD





Este año va a ser el primero en el que voy a pasar las navidades fuera del hogar familiar. A pesar de que lo haré en la mejor compañía, siempre queda ese poso de dejar a la familia a unos cuantos miles de kilómetros. Este pensamiento me hace recordar cómo hemos vivido otros años las vacaciones y me hace repetir el destino que os proponemos. Y es que ya en post anterior se trató un destino para estas navidades cercano y apetecible, y no hemos podido resistirnos a ahondar en la capital de Baviera, en sus visitas, en su gastronomía y en sus bebidas… Una región pintoresca dominada por su particular situación política (viene a tener ciertas semejanzas a  Cataluña), su profunda religiosidad católica y su Oktoberfest en contraposición. La primera vez que la visité fue en fechas navideñas y el hecho de beber un Glüg wein (vino caliente y especiado) en plena calle a -12ºC es una experiencia enriquecedora, sin olvidar que ayuda a ver el frío con otros ojos.


Múnich (München)

La capital Bávara, clave en la historia moderna, alberga un entorno idóneo para pasar las navidades en familia. Y es que su gastronomía, sus bebidas, sus mercadillos y su patrimonio artístico y tecnológico la hacen una de las ciudades europeas más completas.


Múnich es una ciudad muy renovada, y es que fue tremendamente reconstruida tras la devastación de la II Guerra Mundial. Quizá por ello es un buen destino para enseñar a nuestros más jóvenes el entorno y las circunstancias que llevaron a la expansión del nazismo y las consecuencias que esto tuvo para Alemania, para el mundo y para tantos millones de personas. Y es que lamentablemente, Múnich fue la ciudad donde nació y creció el germen del nazismo.

Os proponemos una visita metropolitana rápida, centrada en la catedral, en la plaza del Ayuntamiento y en La Residenz:

La catedral o FrauenKirche es una imponente edificación del gótico de finales del siglo XV. Es una edificación elegante y sencilla, al estilo centroeuropeo del gótico, con dos impresionantes torres bulbiformes que dan entrada a una imagen interior de columnas tremendamente solemne.


Muy cercana a la catedral se encuentra la plaza del Ayuntamiento o Marienplatz. Es la más importante de la ciudad y alberga el Ayuntamiento neogótico que sufrió impresionantes daños durante la IIGM y posteriormente se reconstruyó tal y como hoy lo podemos ver. En este cuadrilátero se ubica parte del gran mercado de navidad o Christkindlmarkt, donde se puede comprar cualquier tipo de artesanía navideña y degustar y beber todos los productos más típicos de la región. Ofrece una auténtica oportunidad de disfrutar de otra manera de la Navidad, así como de comer y beber entre espectáculos navideños, olores a dulces calientes y música callejera. En esta zona hay una increíble cantidad de iglesias de gran valor que pueden visitarse gratuitamente, fundamentalmente la AsamKirche, un increíble ejemplo del barroco alemán.





La Residenz, es como se conoce en esta región a los palacios de los gobernantes. Y es que la Residenz de Múnich es un conjunto de edificios que compiten en grandeza y superficie con el Palacio Hofburg de Viena. Alberga Iglesia, capillas, Teatros y está ubicado en la zona más elegante de la ciudad. Su estilo es fundamentalmente barroco y está compuesto de edificaciones tan amplias en cuanto al tiempo de su construcción que es difícil centrarse en un estilo concreto. Pero si mi recuerdo destaca alguna de las salas, esa es la Sala del Antiquarium, una de las piezas Renacentistas más grandes del mundo que data de mediados del siglo XVI.


Hasta aquí la visita fundamental del centro metropolitano, pero para los amantes de la pintura, de la tecnología y de la arquitectura, hay una infinidad de museos como la Alte Pinakothek, la Neue Pinakothek, el museo de BMW o el museo del juguete, en los cuales aprovechar el tiempo disfrutando de todas las oportunidades que ofrecen.

Saliendo ya de la ciudad se puede disfrutar de un hermoso palacio de reminiscencias italianas. El Schloss Nymphenburg (Palacio de las Ninfas) que forma un conjunto especialmente armonioso junto con el jardín que lo rodea, sus lagunas y sus cisnes.
 

Existen cuatro visitas muy interesantes dejando ya la ciudad y metiéndonos en los Alpes. Son las visitas de cuatro impresionantes castillos, tres de ellos construidos por Luis II de Baviera, más conocido como el Rey Loco. Y es que el famoso tío de la Emperatriz Sissi, se gastó toda su fortuna y la del país en la construcción de impresionantes palacios que querían recordar la historia de la grandeza nórdica y germana, las míticas batallas y sus más importantes leyendas, como Tristán e Isolda o las aventuras de los Nibelungos. El Rey fue el gran mecenas de Wagner, de hecho, en el castillo de Neuschwanstein aparecen representadas escenas de la tetralogía de El Anillo del Nibelungo, una de las piezas mas famosa y conocida por todos de esta obra es la Cabalgata de las Valquirias.

Concretamente los castillos que se recomiendan visitar son los siguientes:

El palacio de Linderhof es el palacio de mayor influencia francesa de los edificados por Luis II, tremendamente extravagante y lujoso. Fue la residencia más usada de las cuatro.

Schloss Hohenschwangau: es el castillo más antiguo y el único en el que no intervino Luis. Su nombre se debe a un bonito lago a sus pies en el que siempre hay cisnes nadando. (Schwan=cisne). Muy cerca está el pueblecito de Shcwangau que domina la planicie y el bonito pueblo de Fussen, perfectos para un tentempié sin que el bar de los castillos se lleven todo nuestro presupuesto.



Neuschwanstein fue la última edificación faraónica del rey Luis, inacabado por falta de fondos públicos y donde la impronta e influencia de las obras y teatralidad de Wagner alcanzaron su máximo exponente. Su impresionante perfil hizo que Walt Disney pensara en él para recrear el castillo de la Bella Durmiente.



Palacio de Herrenchiemsee. Situado en una isla del lago Chiemsee, Luis trató de edificar aquí su pequeño Versalles. No se terminó nunca y el rey solo lo ocupó durante un puñado de día.


Para terminar la visita a esta zona os proponemos una triste incursión, pero probablemente, la más pedagógica desde el punto de vista humano. Después de haber visitado palacios lujos, excéntricos y llenos de riqueza es hora volver a Múnich y visitar antes de volver al aeropuerto el Campo de Concentración de Dachau. Este campo, originalmente una antigua fábrica de pólvora, albergó a miles de prisioneros del nazismo, fundamentalmente religiosos cristianos de toda índole, incluidos testigos de Jehová, políticos y realeza, incluso española como el príncipe Francisco de Borbón-Parma, líder del Carlismo, o el republicano Eleuterio Díaz-Tendero Merchán, que murió en las últimas semanas antes de la liberación del campo. Una visita estremecedora, en mi propia experiencia, solo superada por Auschwitz y por una de las prisiones de la Gran Purga de Stalin cuyo nombre no recuerdo.

En definitiva, un viaje tan completo solo puede culminarse con cerveza bávara sin filtrar, mi preferida, el sauerkraut o chucrut, un buen codillo asado con patatas y salchichas al estilo bavarian y un gran café con su delicioso strudel acompañándolo.

 



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