Este año va a ser el
primero en el que voy a pasar las navidades fuera del hogar familiar. A pesar
de que lo haré en la mejor compañía, siempre queda ese poso de dejar a la
familia a unos cuantos miles de kilómetros. Este pensamiento me hace recordar
cómo hemos vivido otros años las vacaciones y me hace repetir el destino que os
proponemos. Y es que ya en post anterior se trató un destino para estas
navidades cercano y apetecible, y no hemos podido resistirnos a ahondar en la capital de Baviera, en sus visitas, en
su gastronomía y en sus bebidas… Una región pintoresca dominada por su
particular situación política (viene a tener ciertas semejanzas a Cataluña), su profunda religiosidad católica y su Oktoberfest en contraposición. La primera vez que la visité fue en fechas
navideñas y el hecho de beber un Glüg
wein (vino caliente y especiado) en plena calle a -12ºC es una experiencia
enriquecedora, sin olvidar que ayuda a ver el frío con otros ojos.
Múnich
(München)
La capital Bávara, clave
en la historia moderna, alberga un entorno idóneo para pasar las navidades en
familia. Y es que su gastronomía, sus bebidas, sus mercadillos y su patrimonio
artístico y tecnológico la hacen una de las ciudades europeas más completas.
Múnich es una ciudad muy
renovada, y es que fue tremendamente reconstruida tras la devastación de la II
Guerra Mundial. Quizá por ello es un buen destino para enseñar a nuestros más
jóvenes el entorno y las circunstancias que llevaron a la expansión del nazismo
y las consecuencias que esto tuvo para Alemania, para el mundo y para tantos
millones de personas. Y es que lamentablemente, Múnich fue la ciudad donde
nació y creció el germen del nazismo.
Os proponemos una visita
metropolitana rápida, centrada en la catedral, en la plaza del Ayuntamiento y
en La Residenz:
La catedral o FrauenKirche es una imponente
edificación del gótico de finales del siglo XV. Es una edificación elegante y
sencilla, al estilo centroeuropeo del gótico, con dos impresionantes torres
bulbiformes que dan entrada a una imagen interior de columnas tremendamente
solemne.
Muy cercana a la catedral
se encuentra la plaza del Ayuntamiento o Marienplatz.
Es la más importante de la ciudad y alberga el Ayuntamiento neogótico que sufrió
impresionantes daños durante la IIGM y posteriormente se reconstruyó tal y como
hoy lo podemos ver. En este cuadrilátero se ubica parte del gran mercado de
navidad o Christkindlmarkt, donde se
puede comprar cualquier tipo de artesanía navideña y degustar y beber todos los
productos más típicos de la región. Ofrece una auténtica oportunidad de
disfrutar de otra manera de la Navidad, así como de comer y beber entre
espectáculos navideños, olores a dulces calientes y música callejera. En esta
zona hay una increíble cantidad de iglesias de gran valor que pueden visitarse
gratuitamente, fundamentalmente la AsamKirche, un increíble ejemplo del barroco
alemán.
La Residenz, es como se conoce en esta región a los palacios de los
gobernantes. Y es que la Residenz de Múnich es un conjunto de edificios que
compiten en grandeza y superficie con el Palacio Hofburg de Viena. Alberga
Iglesia, capillas, Teatros y está ubicado en la zona más elegante de la ciudad.
Su estilo es fundamentalmente barroco y está compuesto de edificaciones tan
amplias en cuanto al tiempo de su construcción que es difícil centrarse en un
estilo concreto. Pero si mi recuerdo destaca alguna de las salas, esa es la
Sala del Antiquarium, una de las piezas Renacentistas más grandes del mundo que
data de mediados del siglo XVI.
Hasta aquí la visita
fundamental del centro metropolitano, pero para los amantes de la pintura, de
la tecnología y de la arquitectura, hay una infinidad de museos como la Alte
Pinakothek, la Neue Pinakothek, el museo de BMW o el museo del juguete, en los
cuales aprovechar el tiempo disfrutando de todas las oportunidades que ofrecen.
Saliendo ya de la ciudad
se puede disfrutar de un hermoso palacio de reminiscencias italianas. El Schloss Nymphenburg (Palacio de las
Ninfas) que forma un conjunto especialmente armonioso junto con el jardín que
lo rodea, sus lagunas y sus cisnes.
Existen cuatro visitas muy
interesantes dejando ya la ciudad y metiéndonos en los Alpes. Son las visitas
de cuatro impresionantes castillos, tres de ellos construidos por Luis II de
Baviera, más conocido como el Rey Loco. Y es que el famoso tío de la Emperatriz
Sissi, se gastó toda su fortuna y la del país en la construcción de impresionantes
palacios que querían recordar la historia de la grandeza nórdica y germana, las
míticas batallas y sus más importantes leyendas, como Tristán e Isolda o las
aventuras de los Nibelungos. El Rey fue el gran mecenas de Wagner, de hecho, en
el castillo de Neuschwanstein aparecen representadas escenas de la tetralogía
de El Anillo del Nibelungo, una de las piezas mas famosa y conocida por todos de
esta obra es la Cabalgata de las Valquirias.
Concretamente los
castillos que se recomiendan visitar son los siguientes:
El palacio de Linderhof es el palacio de mayor influencia francesa de
los edificados por Luis II, tremendamente extravagante y lujoso. Fue la
residencia más usada de las cuatro.
Schloss
Hohenschwangau: es el castillo más antiguo y el único en
el que no intervino Luis. Su nombre se debe a un bonito lago a sus pies en el
que siempre hay cisnes nadando. (Schwan=cisne). Muy cerca está el pueblecito de
Shcwangau que domina la planicie y el bonito pueblo de Fussen, perfectos para
un tentempié sin que el bar de los castillos se lleven todo nuestro presupuesto.
Neuschwanstein
fue la última edificación faraónica del rey Luis, inacabado por falta de fondos
públicos y donde la impronta e influencia de las obras y teatralidad de Wagner alcanzaron
su máximo exponente. Su impresionante perfil hizo que Walt Disney pensara en él
para recrear el castillo de la Bella Durmiente.
Palacio
de Herrenchiemsee. Situado en una isla del lago Chiemsee,
Luis trató de edificar aquí su pequeño Versalles. No se terminó nunca y el rey
solo lo ocupó durante un puñado de día.
Para terminar la visita a esta
zona os proponemos una triste incursión, pero probablemente, la más pedagógica desde
el punto de vista humano. Después de haber visitado palacios lujos, excéntricos
y llenos de riqueza es hora volver a Múnich y visitar antes de volver al
aeropuerto el Campo de Concentración de
Dachau. Este campo, originalmente una antigua fábrica de pólvora, albergó a
miles de prisioneros del nazismo, fundamentalmente religiosos cristianos de
toda índole, incluidos testigos de Jehová, políticos y realeza, incluso
española como el príncipe Francisco de Borbón-Parma, líder del Carlismo, o el republicano
Eleuterio Díaz-Tendero Merchán, que murió en las últimas semanas antes de la
liberación del campo. Una visita estremecedora, en mi propia experiencia, solo
superada por Auschwitz y por una de las prisiones de la Gran Purga de Stalin
cuyo nombre no recuerdo.
En
definitiva, un viaje tan completo solo puede culminarse con cerveza bávara sin
filtrar, mi preferida, el sauerkraut o chucrut, un buen codillo asado con patatas
y salchichas al estilo bavarian y un gran café con su delicioso strudel acompañándolo.